Osca ya no está dormida.
Finalmente la ciudad había encontrado su sitio en el mundo. Tras 2000 años Osca volvía a estar entre las ciudades más importantes del mundo. La travesía del desierto había sido larga y penosa. Durante siglos sus ciudadanos vivían en la más grande mediocridad, sus mejores hijos, los más inteligentes e inquietos, no tenían más salida que emigrar. Pero por, fin esto es historia y ahora la ciudad acapara las portadas de los mejores periódicos y las pantallas de todas las televisiones del mundo. Sus calles la recorren lo más “pedigrí” de la sociedad universal. Sus Cosos son reconocidos mundialmente y las tiendas y cadenas comerciales se amontonan en sus calles. Toda una industria se ha desarrollado alrededor de esta iniciativa.Y todo esto por un hecho casual. En la segunda década del siglo XXI, la ciudad con retraso, como siempre, entró en la modernidad con la total peatonalización de la ciudad. Esta medida tuvo sus retractores, pero los responsables políticos lo tenían claro: no podíamos perder otro tren. Solo unos pocos “iluminados” veían que ese era el futuro prometedor de la ciudad. No fue fácil verlo. En los primeros años de la peatonalización nadie daba un duro porque esa decisión fuera a cambiar la ciudad. Más aún, en esos primeros momentos, la zona peatonal y la ciudad se fueron deteriorando más; sus responsables municipales colaboraron en ello. Muchos servicios y ocio fueron trasladados a las zonas residenciales, donde ya vivían la mayoría de los ciudadanos. Una política y normativa contra todo lo que echara humo hizo que ningún coche se acercara por ella. El centro se había convertido en la plaza mayor de los ciudadanos. Estos echaban el día en el centro. Ya no se cogía el típico “capazo” de 10 minutos, ahora se cogían “contenedores” de más de una hora. De un día a otro desaparecieron los coches y poco a poco se produjo la invasión canina. Hubo un tiempo en el que quien no iba al centro con su mascota, no era reconocido socialmente y carecía de vida social. La ciudad parecía que no tenía futuro. Hubo quejas por parte de los ciudadanos, minoría, que no tenían mascotas, y el Ayuntamiento, aunque tarde, finalmente actuó. Empezó a legislar y a crear normativas para la conciliar la convivencia de la raza canina con los humanos. De nuestra ciudad salieron las mejores teorías-prácticas y estudios sobre este tema. Muchos de nuestros convecinos fueron reconocidos internacionalmente. Esto nos permitió ser la vanguardia universal en la revolución canina que se estaba produciendo en todas las ciudades del mundo. La mayoría de los ciudadanos tenían una mascota. Estas ladraban, hacían sus necesidades en las calles, algunas eran agresivas, hacían sexo a vista de todo el mundo. Y nosotros fuimos los primeros que lo vimos y actuamos. Hoy en nuestra ciudad están las mejores universidades, las mejores peluquerías, las mejores dietéticas, los mejores centros médicos para los perros. Se organizan los mejores y más prestigiosos concursos de perros. Tenemos el orgullo que los perros con más pedigrí recorren nuestras calles y pasan sus vacaciones en el Pirineo. Todo gracias a la visión de unos “iluminados” (nuestro Sertorio del siglo XXI) y a la raza canina.