Pocas veces nos es dado en la literatura, y menos en la actual, volver a encontrarnos con un paisaje como el que recrea el autor en esta novela a través de las montañas que desde Echo jalonan el camino hasta Francia. A los miles de Aragoneses, y a los miles de frecuentadores del Pirineo de toda España, les sorprenderá este acierto y tanto o más la historia de amor y contrabando que se desarrolla en ese escenario. El relato por sus interesantes incidencias, lo bien ensamblado y bien narrado que está, capta desde el principio sin que resulte supérflua la descripción de las tradiciones, sumamente instructivas, que incluye en algunos capítulos y que sirven para completar la sugestiva evocación de aquellos tiempos y parajes.