El trabajo de campo en Sasé se completó a lo largo de cinco meses, parcialmente subvencionados por el Departamento de Cultura y Educación de la Diputación General de Aragón, a través del Instituto Aragonés de Antropología. Daba para gasolina, rollos de película e incluso alquilamos un generador para iluminar interiores. Para nosotros, suficiente. Y esto es lo que hicimos, con energía y sin prisas, en Sasé: a) Planificación de tres viviendas representativas, iglesia parroquial y ermita de Santa Marina. b) Planos de once cocinas con hogares tradicionales. c) Plano de varias galerías solanas y todos los vanos de interés. d) Descripción del conjunto y elementos. e) Realización de cinco rollos blanconegro y un centenar de diapositivas. f) Filmación de una película super-8 de 30 minutos de duración sonorizada con el título: Sasé, arquitectura de un pueblo muerto. En los apartados a, b y c, nos ayudaron asiduamente: Pepe Gracia de Boltaña, Merce Uriel y Pepe Ubeira. En 1996 un grupo de personas constituyen la asociación Colores y se instalan en Sasé, en octubre del 97 son desalojados por la fuerza pública y tapiadas las puertas de ingreso a las casas. En 2021 siguen viviendo unos pocos, muy pocos. Han transcurrido 40 años desde nuestra gran aventura solana. Algo se podía haber hecho durante este tiempo, no mucho. Lo del ecomuseo, una quimera, la película se ha degradado y casi no se ve, muchas diapositivas se han ido de tono, el blanco y negro se mantiene mejor, nosotros ya hemos pasado los 70, Sasé se ha hundido y nos amenaza otra peste, el coronavirus. Pero “la vida sigue igual”, como predicaba el cantante de voz sedosa. Creemos que los descendientes de aquellas personas que dejaron Sasé viven con menor esfuerzo y mejores servicios, aunque no tenemos claro que el mañana sea tan seguro como el de las gentes que siglo tras siglo recogieron la madera del robledal para entibiar sus hogares.