La búsqueda del agua ha sido constante en la historia de la humanidad. Crea riqueza, pero es un bien escaso. La vida del aragonés también ha sido una lucha tenaz por conseguirla. En el libro tratamos de esa perseverancia por el agua para calmar la sed, acudiendo a fuentes, pozos, algibes y balsas para redimir los sedientos campos y eriales; agua, tan deseada, que llegaba desde el cielo, en forma de lluvia y nieve, o se imploraba con rogativas. Muchos oficios relacionados con ella han desaparecido: aguadores, barqueros, zahoríes o navateros. También nos ocupamos de la red hídrica aragonesa, de las masas de agua (ibones, glaciares, lagunas, estancas, aguas subterráneas...) y del patrimonio hidraúlico que nos dejaron nuestros antepasados para conducirla, alejarla o dominarla, y de su aprovechamiento para ocio y salud.