Siempre nos fascinan las historias de dolor y de amor. Quizás, “porque todos somos fuente de dolor, de abandono o de injusticia, para los demás o para nosotros. Grandes crímenes o pequeños dolores, da lo mismo. Todos nos ocasionamos muchas o pocas veces, el dolor”.
Esta es una novela que escudriña el corazón hasta analizar profundamente la lógica de una depresión y de una regeneración. El lector se encontrará en las primeras páginas con la mente confusa y sin dirección de Rebeca, la protagonista. En el primer encuentro con el Doctor Lisieux se opera el contacto y puede empezar el cambio.
Con una narrativa intensa e íntima, la autora nos sumerge en lo más hondo de la persona, en ese terreno que es el verdadero lugar de la libertad. “Porque pertenecemos al alma de una época, de un territorio, de una generación. Somos miembros del alma familiar, a veces de la tragedia familiar”. Pero ahí, en la soledad última, donde se encuentra lo auténtico y lo amoroso, siempre es posible la transformación.