Realizar una guía de todo el románico que atesora Ribagorza sería tarea prácticamente imposible. En mi blog dedicado al románico ribagorzano hay casi trescientas entradas. Muchas corresponden a muy escasos restos, a veces solo unas piedras, que recuerdan lo que fueron capillas, puentes o fortalezas esparcidas por esta inmensa tierra, que nunca acabas de conocer del todo. Las descripciones de algunos de los edificios que allí aparecen serán la base de esta guía. Los primeros condes ribagorzanos de quienes tenemos noticia desde la segunda mitad del siglo IX, muchas veces uniendo su destino al vecino Pallars, fueron consolidando una entidad política independiente alrededor de una fortaleza, el Castro Ripacurciense, situado en algún lugar del Alto Isábena. A esta independencia política pronto se añadió la religiosa que acabaría teniendo su sede en Roda de Isábena. El condado acabó tras la muerte en el Valle de Arán en 1017 de su último conde Guillermo Isárnez, que con ayuda de tropas castellanas había recuperado los territorios perdidos anteriormente en expediciones musulmanas. Desde entonces Sancho Garcés III de Pamplona, apodado el Mayor, incorpora Ribagorza al reino pamplonés. Su hijo Gonzalo heredó Sobrarbe y Ribagorza, y a su muerte en 1045 su hermanastro Ramiro, fruto de una relación extramatrimonial, que había heredado el condado de Aragón, unificó los tres condados titulándose rey de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. Es en esta primera mitad del siglo XI que nacen las primeras construcciones románicas ribagorzanas, un estilo constructivo que perduró hasta la muy tardía entrada del gótico en estas tierras. Tan largo período, la situación fronteriza, la cristianización de nuevas tierras, el aumento poblacional -a menudo con gente de allende de los Pirineos-, la diseminación de los núcleos habitados y la necesidad de establecer comunicaciones interiores y exteriores originaron esta inmensa proliferación de edificaciones. Muchas de ellas se han perdido, pero como hemos visto la cantidad de las que quedan es ingente. La tarea que me he planteado es hacer una selección que permita editarse en un solo volumen y pueda servir como una primera aproximación a nuestro patrimonio románico. Aquí quiero hacer un pequeño inciso. Si nos queda tanto románico, es en buena parte “gracias” a que el territorio ribagorzano en siglos posteriores no ha gozado de buena salud económica ni demográfica. En muchos lugares no ha habido ni los recursos ni la necesidad de hacer nuevos templos, que como en tantos otros lugares han acabado con los anteriores. Seguro que la selección será discutible. Es lógico, pero siempre quedará el recurso de ampliar los lugares a visitar con la bibliografía existente, impresa o en internet. Otro tema, que también es debatible, es que me he limitado a la Ribagorza de administración aragonesa. Hay territorios de la Ribagorza histórica que pertenecen a Cataluña. Los he soslayado no por su escasa importancia, al contrario: ¡Nada menos que ahí está el Valle de Boí con sus iglesias románicas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000!, sino por limitar la extensión y porque esa zona ya goza de buenas guías y es más conocida a todos los niveles. He dividido la guía en tres partes, coincidente cada una de ellas con la cuenca de uno de los tres ríos que configuran el territorio ribagorzano. El Ésera, el Isábena y el Noguera Ribagorzana. A ello añado un anexo con lugares que creo del máximo interés, pero alejados de los itinerarios principales. Ahora a coger el coche, sin olvidar un buen calzado, y a adentrarse en un mundo mágico lleno de sorpresas, donde románico y naturaleza se fusionan de un modo único.